lunes, 28 de julio de 2008

ESCÁNDALO ALIMENTICIO

Un estudio secreto realizado por investigadores independientes ha revelado que el ingrediente mayoritario de la coca-cola es también el principal componente de la orina de bisonte.

miércoles, 16 de julio de 2008

NUEVO ELEMENTO

Científicos coreanos han aislado un nuevo elemento, el Burronio (Bu), cuyas propiedades fisicoquímicas son curiosamente idénticas a las del Níquel.

martes, 15 de julio de 2008


KANDINSKY Y EL PRIORATO DE GIJÓN

Estudiosos de todo el mundo llevaban décadas tras la pista de este misterio, pero finalmente la verdad ha llegado a la gente de la calle (mayormente: prostiputas, urbanos, fumadores, turistas, pakis y topmantas) y por fin sabemos cuál es el mensaje oculto que Kandinsky reflejó en una de sus más enigmáticas pinturas, la Composition VII. Un torbellino de pistas cifradas en el lienzo nos lleva al secreto cobijado por los seguidores del Priorato de Gijón, del que formaba parte el pintor hasta que fue expulsado por aparecer en público con la camiseta del Oviedo. Fue entonces cuando por venganza pintó la célebre Composition VII, retratando cada uno de los senescales de la Logia, a fin que perdieran su anonimato. Pero la jugarreta de Kandinsky no terminó ahí, y sembró el cuadro de pistas que debían conducir al secreto supremo que con tanto sufrimiento habían estado ocultando los miembros y miembras del Priorato de Gijón.

Así, observamos que el soldado representado en el cuadrante inferior derecho, mira asombrado un querubín verde que señala al famoso ornitorrinco central mientras da la espalda a un quiropráctico noruego. Es bien sabido que esta composición nunca fue usada por los sumerios para representar a uno de sus barbudos reyes.

Más reveladora es aún la escena central, donde a parte del ornitorrinco, Kandinsky coloca unas hojas de afeitar sobre una mesa de Ikea que sorprendentemente tiene forma de silla de Ikea, un elemento totalmente extraño a las tendencias estéticas de su época, mostrando un claro afán de llamar nuestra atención, y elevar nuestra mente hacía la reflexión sobre la mutabilidad del rostro humano.

Con estas y otras muchas pruebas, queda claro cuál es el secreto que el Priorato de Gijón ha ocultado durante siglos: Jesucristo no era barbudo, ¡sólo llevaba perilla! Esperemos que la humanidad esté preparada para asumir un conocimiento que puede resultar totalmente insignificante para el curso de la historia.