lunes, 16 de junio de 2008

FINAL DE LA TRILOGÍA DE MI PEOR DEFECTO

Hay quien dice que si los seres humanos tuviésemos las orejas más grandes, unos colmillos que no nos cupieran en la boca, y una trompa de medio metro, nos pareceríamos bastante más a un elefante que a una moto con sidecar (o sin sidecar, como defienden los sofistas vallisoletanos). Puede ser. Pero conociendo la tendencia a mentir de la gente que dice alguna cosa sobre alguna cosa, también podría ser que nos estuviesen tomando el pelo.

Saber que alguien te está mintiendo no es cosa fácil (a no ser que estemos en campaña electoral), por eso los grandes pensadores del siglo XVIII recomendaban pegarle un puñetazo a cualquier persona que nos dirigiera la palabra, por si las moscas… Por el contrario, los seguidores de la escuela de Tebas, se valían de su dialéctica tomista para invitarnos a aplicar los puñetazos a los grandes pensadores del siglo XVIII. Hoy el debate sigue vivo, y prueba de ello es la reciente celebración del XXIV Congreso de Mentirología Transperipatética, que ha reunido a expertos de todo el Vallespir para discutir sobre el estado de su disciplina. Especial interés han despertado los estudios de Josep Paranarasmatinansmith, de la Université Catholique du Penêdes, del que me dispongo a transcribir parte de su vibrante conferencia:

Dr. Paranarasmatinansmith:

- La historia de la humanidad ha sido una larga lucha contra la incertidumbre: Los mesopotámicos tenían el Tigris, los egipcios tenían calor, y los aztecas pasaban el verano en América. Así mismo, Adam Smith y Diderot nunca llegaron a finalizar una partida de cricket. Es más, ni siquiera llegaron a iniciarla nunca, hecho que todavía es más revelador. ¿O era cróquet? Por vuestros rostros y los de los señores enfermeros que me apuntan con dardos sedantes, entiendo que estáis pensando que tras décadas de abuso de vicsvaporup, mi mente ha terminado sumamente deteriorada, pero os equivocáis. En realidad la neurodegeneración no se me inició hasta que empecé a substituir los bastoncitos de las orejas por brocas de taladro del 15. Esto me permitió consolidar mis convicciones democristianas, pero aún así, la incertidumbre seguía ahí, azotándome en los mediodías de insomnio. Pero hoy os anuncio que finalmente he hallado la verdad: ¡La mentira! Después de años de estudio durante casi todos los miércoles impares de los meses que terminan en –osto, de 17 a 17:42h, he descubierto una mentira universal. Un engaño que se ha repetido a lo largo de la historia, y que todavía encontramos, desde los aborígenes de Papúa, hasta los afinadores de piano de Minneapolis: ¡la mentira de MI DEFECTO ES QUE !!!!!!

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